Una nueva temporada está a punto de comenzar, está será mi 30! Temporada como ciclista, me parece que todavía soy un chaval, el chaval que pasaba horas y horas en el taller de Enrique Irazoki justo al lado de la peluquería de mi madre, una guardería llena de bicis, ruedas, cadenas… un lugar donde se cambiaba a Blanca Nieves y Pulgarcito por Hinault, Fignon, Anquetil, Merckx, Ocaña, Tarangu…
Generalmente la gente tiende a pensar que el éxito deportivo viene dado por un físico importante, por una genética excelente… en mi opinión no es así. He conseguido pocos triunfos en toda mi andadura ciclista, bueno digamos que he levantado pocas veces los brazos pero he ganado muchas más vecesJ. Detrás de cada victoria en el ciclismo o en cualquier otro deporte, hay una historia que ha iniciado muchos años atrás, de niños y que se ha escrito día tras día, una historia que generalmente está aderezada con fracasos, desilusiones, accidentes, errores en la preparación… además de, agotamiento, dolores de todo tipo o de “exclusión” social, porque el modo de vida del deportista suele ser antagónico al resto de la sociedad. Esa capacidad de lucha, de compromiso con uno mismo, de “focalizar” el objetivo e ir a por èl, de soportar el stress de la proximidad del día clave, es más importante que todas las dotes que la madre naturaleza nos pueda dar, en algún sitio leí que tiene un nombre técnico: “Resistencia Psicológica”, el deportista que sea capaz de resistir a ese stress seguirá vivo, no saldrá a entrenar, saldrá a perseguir su sueño… y eso marcará la diferencia.
Con 36 años, aquí sigo, haciendo mi camino, intentando mejorar y aprender de mi y de mi entorno, con la misma ilusión que cuando sentado en una silla de niño en el taller de Enrique oía hablar de Giro, Tour, Lieja, San Remo, Roubaix, muchos de aquellos sueños los he tachado de mi lista, pero he ido añadiendo nuevas filas en el fondo de aquella vieja hoja de libreta, una hoja que tiene 30 años y espero que dure muchos más… todavía me queda una cara J
Patxi
